Las obras que necesitamos


Ya no hace falta saber de una queja más. Tampoco toparse con una nueva noticia al respecto en los diarios, la televisión o la radio: el gran pasivo de la actual administración de la Municipalidad Provincial del Santa es, y será siempre, lo mal que fueron pensadas y ejecutadas sino todas, la mayoría de sus obras de infraestructura.

Es, lastimosamente, el resultado de una gestión improvisada, nacida del hecho de habernos quedado, otra vez, sin un alcalde que ya antes abandonó el sillón edil por intereses non sanctos. El mismo alcalde que, se suponía, iba a resolver los problemas de la ciudad; que traía muy buenos recuerdos a muchas personas atrapadas en el pasado, pero que deja ahora un triste saldo para la historia y en su lugar a una persona que no estuvo nunca preparada para tamaña responsabilidad.

Y si vemos más allá, nos daremos cuenta de que el “equipo de trabajo” que se formó para dirigir los destinos de nuestra tierra, tampoco ayudó de mucho a la inquilina casual del Palacio Municipal.

No obstante, ya no cabe sólo la queja ante esta realidad. Necesitamos hacer un cambio y, además, dar a la población las obras que en verdad demanda; aquellas no se construyen necesariamente con fierro y cemento.

Hablamos, por ejemplo, de ordenar el caótico tránsito de la ciudad y dar reglas de juego claras a los transportistas locales para que desarrollen su trabajo.

Hablamos de replantear nuestro Plan Director para organizarnos mejor ante el incontenible crecimiento demográfico que genera nuevos asentamientos humanos y pueblos jóvenes con más necesidades que cubrir.

Hablamos de dar acceso a los ciudadanos a información que hasta ahora no conocemos con claridad; esto es, cómo se están invirtiendo nuestros dineros, o los que provienen del canon minero.

Hablamos de realizar sesiones de concejo descentralizadas y rotativas, de manera que la máxima autoridad municipal y sus regidores escuchen, vean y sientan las preocupaciones y urgencias de nuestros pueblos en el propio lugar de los hechos, y no se encasillen en sus personalísimas prioridades: descentralizadas para llegar a la mayor cantidad de pueblos; y rotativas para volver a ellos a ver cómo se avanza y qué se necesita para mejorar aún más.

Hablamos de que los regidores dejen de pasearse por todas las comisiones de trabajo que se forman en sesión de concejo y se dediquen a fiscalizar y proponer soluciones cada uno en un área específica (salud, educación, comercialización, etc.) durante todo el periodo de gobierno y rindan cuentas año tras año.

Hablamos de trabajar las obras de infraestructura con empresas chimbotanas y realmente preparadas para esa labor.

Hablamos de respetar el Presupuesto Participativo; de hacer respetar la salud de los chimbotanos afectados -durante décadas- por los humos contaminantes de las harineras.

Hablamos de dar un impulso real y efectivo a nuestras actividades turísticas, creando -por ejemplo- una Agencia Municipal de Turismo que trabaje en este sector y se organice con las provincias vecinas para dar una propuesta conjunta y más interesante a quienes visitan esta parte de Ancash.

Hablamos de capacitar a nuestros pequeños y medianos empresarios; de capacitar al personal del municipio para que den un mejor servicio a la comunidad; de hacer prevalecer la meritocracia.

Hablamos también de solucionar el problema de los mercados de la ciudad; esos tan inseguros, esos que esperan la oportunidad para ser privatizados.

Hablamos de trabajar organizadamente -y durante todo el periodo- con las demás autoridades de la localidad para garantizar una mayor seguridad ciudadana a nuestros vecinos.

Hablamos de tanto por hacer, que muchos aguardamos con gran esperanza que este octubre sirva para que la ciudadanía le dé un rumbo real a la ciudad, un rumbo que permita por fin hacer de este Chimbote un Chimbote con futuro.


(Publicado en el diario La Industria de Chimbote)

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